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Vivir Para Servir

  • Foto del escritor: Shaira De Avila
    Shaira De Avila
  • 17 feb 2021
  • 3 Min. de lectura

Es decidida, extrovertida y carismática. Sin embargo, muchos dicen que refunfuña a todo lo que ve, que es la típica “todo le hiede y nada le huele”. Ella misma acepta que en ciertas situaciones esa es su actitud. Cuando era pequeña se inclinó por las ciencias de la salud; hoy, está estudiando en la facultad de humanidades. Es tan volátil que, si bien ayer estaba escribiendo para su blog, hoy planea abrirse un perfil en una nueva red social, deseosa por aprender a bailar, o intentarlo por lo menos. No tiene miedo a explorar el mundo, a lo único a lo que le teme es a la muerte. Lo dice a la vez que sus ojos se desenfocan y apuntan hacia un horizonte donde parece ver algo que nadie más puede, mientras está sentada piernas cruzadas en su sofá café, y al lado, absorto del mundo, su gato disfruta de las caricias que ella le proporciona, sin ser consciente del polo a tierra que es para su dueña. En sus palabras se tinta la ansiedad, tiene tantos planes por ejecutar que le amedranta el hecho de que no pueda llevarlos a cabo por completo. Relata con entusiasmo y gozo como espera en un futuro servir a su país en busca de un mejor pensamiento crítico colectivo. Desea con todo su ser activar los genes de lucha entre sus compatriotas, y desde ya se mueve por ello.

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Su vida ha sido medianamente común. Pasó por un puñado de escuelas, en todas se le recuerda muy bien. Fue tan buena alumna que de su bachillerato salió con una beca que en la actualidad le permite estudiar una carrera universitaria. Cosa que no hubiese sido posible en otras condiciones, debido a que su familia no posee los recursos necesarios para pagarle un semestre. Agradece a su madre todo lo que ha logrado, relata inundada de lágrimas como con la venta de minutos, hielos y encargos por catálogo la sacó adelante y le inculcó los valores que posee como persona. Dice que no cree en nada divino, pero si tuviese que rendirle pleitesía a alguien, sería a su madre. Se convertiría, si es que aún no lo es, en su más grande devota.

Vive su juventud como cualquiera: Sigue personajes famosos en redes, lee cada tanto, pinta en acuarela, escribe, ve memes y streams en su tiempo libre. Sus gustos y pasatiempos son esos deleites que le permiten disfrutar de momentos de risa y satisfacción. Cuando habla de ello se le nota embelesada por las maravillas que ocurren en el mundo de la música, redes y plataformas de video.

Está conforme con su vida, con lo que tiene y con lo que ha logrado. Sin embargo, en la actualidad está pasando por una de las pruebas más difíciles que ha tenido en su vida: Su abuelo padece leucemia aguda. Debido a esto todo se ha colocado patas arriba. Al estar su abuelo internado es ella quien debe hacerse cargo de la casa y de los negocios pequeños que lleva su madre. Es duro, dice, porque fue un cambio que se dio de golpe. No estaba acostumbrada a no ver a su progenitora durante días enteros, ni a tener que hacerse cargo de todo a la vez, mucho menos al dolor de saber que su abuelo tiene que pasar por procesos tan delicados como las quimioterapias. A pesar de ello, no se le nota estresada, dice que se siente capaz de llevar a cabo esta responsabilidad, porque es algo que la hará más fuerte y competente ante las adversidades de la vida. Se repite a si misma que “por algo será” y eso junto a otros factores situacionales son lo que la mantienen en pie.


Nos dejaron de tarea en Crónica y Reportaje hacer un perfil periodístico sobre nosotros mismos, no sé si esté bien pero a mí me gustó así que lo pongo aquí.

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